Flotante, boyante, a la deriva. De Silke Kleemann

 

Descubrí los poemas de Tania Favela por recomendación de un estimado colega traductor de México, que había incluido algunos de los textos de su tercer poemario La marcha hacia ninguna parte (Komorebi Ediciones, 2018) en una antología de poesía mexicana contemporánea editada por él mismo (Líneas de fuga, Iván García). El verdadero momento de acierto para mí llegó cuando escuché una selección de textos de Tania interpretados por ella misma en Soundcloud: leídos en voz alta, el poder de su obra poética se hizo inmediatamente tangible con toda su fuerza. Por eso, los enlaces a las grabaciones de audio, cuando están disponibles, aparecen también junto a los originales, con la invitación sincera a los lectores para que abran ellos mismos sus oídos a este acontecimiento sonoro.

Flotante, boyante, a la deriva; fragmentos de palabras, retazos de frases y asociaciones; secuencias, elementos recurrentes; adormecedoras a la vez que enardecedoras. En sus textos actuales, Tania Favela se adentra en un uso muy primario y mágico del lenguaje: se deja que la magia del sonido actúe libremente, mientras que el significado fijo y cualquier ambigüedad concreta de las palabras pasan a un segundo plano. Una invitación, por así decirlo, a confiar en lo vago, en el sueño, en las zonas que no están vigiladas con seguridad, que escapan a nuestro control y en las que no hay una meta concreta que alcanzar. Las diferentes voces se entrecruzan, no siempre está claro quién entra en relación –con uno mismo, con los demás, con el mundo–, el vacío de significado que tienen inicialmente los pronombres se hace patente de forma lúdica y recurrente y se convierte en el principio de ordenación tonal de los textos. ¿Quién habla? ¿Quién escucha y percibe? ¿Cuántos somos internamente, y qué significa eso para la comprensión de nosotros mismos? 

Los textos de Tania no ofrecen respuestas a estas preguntas, pero desde el mar sonoro de sus palabras se nos derraman percepciones a nivel asociativo; en cualquier caso, se pone en marcha un proceso propio a través de los términos individuales (que ciertamente remiten con gran intensidad a la teoría y a las obras de otros poetas) y de los sonidos, que me recuerda a las primeras experiencias de percepción fonética: en la infancia, todavía lejos de una comprensión completa, posiblemente incluso antes, flotando y a la deriva en el útero. La vida está viva y nosotros formamos parte de ella.

En cuanto a la traducción, acepté de buen agrado el reto que suponía el entrelazamiento de estos textos, tanteando, escuchando, siempre con un nuevo valor para la libre interpretación sonora, con el fin de crear un afluente adecuado de sonidos alemanes para el mar sonoro de Tania, por el que cabe esperar que uno sea arrastrado de forma similar y se deje llevar en un viaje interior.

 

 

Traducido por Luisa María Mendoza