Cuando digo Occidente digo
Volveré (como la oscura
golondrina de Mac Arthur)
a este parque de accidentes:
el boxeador platónico noqueado en el puño de su sombra,
la luz ensimismada en un puñado de cal
como un tiro ampuloso en la cabeza de un santo,
los puños de la camisa del desastre,
los empuñados miembros de guerreros tártaros que marchan en la herida
hacia la humilde Xanadú de la putrefacción,
la empuñadura del pensamiento aljofarada de calaveras,
el idioma flexible y grumoso como ángeles al dente,
apuñalados.
Cuando digo Occidente digo
atalaya del crepúsculo del cuervo,
margaritas eufóricas en un llano de hielo,
rosas como cavernas talladas en el roce de los labios;
digo otras flores, otros precipicios,
digo torpedos y digo Torquemadas,
y ojalá no fuera tan linealmente sintaxis
esta coreografía hipertextual,
estos inmarcesibles crisantemos de plástico
avivándonos como a yuppies (ordalía
del concepto,
liposucción de la frase: el último oro
es esta niebla)
Cuando digo Occidente digo
parque de accidentes
cual si la faz del sol a punto de ponerse
fuera un álbum de ventanas: estampitas.
Esta sopa de letras infinita:
yo hablo desde el Fin de los Tiempos.
Aburrido,
como hemos hecho siempre.
Wenn ich Abendland sage, meine ich …
dass ich wiederkomme in den Zufalls-
park (wie die Sumpf-
schwalbe von MacArthur):
der platonische Boxer im Würgegriff seines Schattens
das Licht eingenommen von einer Handvoll Kalk
wie der peitschende Schuss ins Haupt eines Heiligen
die Manschettenknöpfe der Katastrophe
die Tartarenkrieger, die mit triumphierenden Fäusten auf der Wunde trampeln
dem besiegten und dekadenten Xanadu entgegen
der Dolchgriff des Denkens, verziert mit Schädeln
die Sprache, geschmeidig mit Biss wie Engel al dente.
Wenn ich Abendland sage, meine ich
den Wachturm in der Rabendämmerung
euphorische Margeriten auf einer Eisplatte
Rosen wie Höhlen, gemeißelt in sich berührende Lippen;
meine ich andre Blumen und andre Abgründe
meine ich Torpedos und sage Torquemadas
und wäre sie doch nicht so akkurat syntaktisch
diese Hypertext-Choreografie
diese nie welkenden Plastikchrysanthemen
die uns mit Leben erfüllen wie Yuppies (Marter
des Konzepts,
Liposuktion des Satzes: das letzte Gold
ist der Nebel).
Wenn ich Abendland sage, meine ich
den Zufallspark
als ob das Antlitz der untergehenden Sonne
ein Fensteralbum wäre: ein Sammelbildchen.
Die unerschöpfliche Buchstabensuppe:
Ich spreche vom Ende der Zeit aus.
Gelangweilt
wie wir es immer getan haben.
Aus: Julián Herbert, Jesus liebt dich nicht (Berlin, Verlagshaus J. Frank, 2014).