El afilador
Es curiosa y casi loca esta manía
de andar de puerta en puerta
preguntando por el filo de las cosas.
Es curioso, pero es cierto:
poco a poco los puñales van perdiendo
su donaire,
y de tanto morder maderas
los serruchos, diente a diente,
se desgastan la finura,
y de tanto cortar los hilos de la vida,
yarda a yarda,
las tijeras van perdiendo el apetito.
Es por eso, que sí, que desde luego,
que venga y toque el timbre
el hombre de amolar cuchillos,
que afile todo en la cocina,
y de paso afile el ojo,
la lengua y el oído.
Que sí, que pase
y que lo afile todo:
el espejo que perdió el encanto
el reloj que se cansó del tiempo,
los colmillos de la historia
que dejó el olvido en el olvido.
Que sí, que entre, desde luego,
que traiga la piedra de afilar y el esmeril
y deje con todo el filo de besar
el beso
que hace tiempo no besaba
con locura.
Der Schleifer
Schon witzig und fast verrückt ist dieser Drang
von Tür zu Tür zu gehen
um nach dem Schliff der Dinge zu fragen.
Seltsam, aber wahr:
nach und nach verlieren die Messer
ihren Witz
vom vielen Holzgehacke
und die Sägen verwetzen,
Zahn um Zahn, die Präzision
und die Scheren verlieren
vom vielen Zerschneiden der Lebensfäden,
Meter um Meter, den Appetit.
So ist es ganz selbstverständlich,
dass der Mann, der die Messer schleift,
beim vielen Türenklingeln,
beim vielen Schleifen in der Küche auch Auge,
Zunge und Gehör mit schleift.
Aber ja doch, treten Sie ein
und schleifen Sie los:
die entgeisterten Spiegel,
die von der Zeit müde gewordenen Uhr,
den Zahn der Zeit,
die das Vergessen im Vergessen hinterließ.
Aber ja doch, treten Sie ein,
bringen Sie Schleifstein und Schmirgel mit
und schleifen bei allem auch zungenscharf
den Kuss
den Sie so lange nicht mehr
küssen konnten.