Latinale, poesía y comunión. Por Maricela Guerrero

 

Desde que comenzó la pandemia comenzaron a llegar pájaros a la ventana del estudio, montones de pájaros urbanos de la ciudad de México tras mi ventana haciendo bailes y trinos, desafiando al gato Mermelada que los observa fascinado con ganas de zampárselos o de unirse a su fiesta. Desde que nos sorprendió su presencia, les pusimos alpiste para alentar su cotorreo y comunión, que a su vez nos alienta lo propio.

Entre los muchos asuntos que nos tocan vivir en las entrañas del mundo en que vivimos, está el constatar el hecho de que quedan pocos lugares de comunión y que crearlos es cada vez más complicado. Para mí la poesía y el baile son espacios primordiales que convocan a esa comunión y se parece a eso que sucede en la ventana del estudio por las mañanas: santuarios en los que proliferan novedosas y variadas formas de convivencia, escucha y compás; reservas en las que diversas especies de seres se reúnen para conversar, habitar espacios y sobre todo compartir miradas y movimientos que hacen que el mundo sea un espacio más habitable, querible y disfrutable; lleno de alpiste, frente a fieras con ganas de unirse al convite o de engullir a los participantes.

Desde hace 15 años, Latinale se ha brindado como una generosa reserva concebida por dos jóvenes berlineses amantes de la literatura latinoamericana, quienes se reunieron para convocar a un festival de poesía latinoamericana. Timo Berger y Rilke Bolte se han trasmutado en aves, ventanas, alpiste, gatos y fiesta, incontables veces para llevar a cabo una comunión de poesía, música y encuentros en diversas ciudades alemanas, latinoamericanas y desde que ha sido posible en el mundo virtual. Poco a poco y con mucho tesón, inteligencia y amor, Latinale ha ido creciendo y sumando voces, apoyos, instituciones y ciudades para brindar espacio y escucha a poemas y poetas que desde las orillas de la compleja y variada literatura latinoamericana, caribeña y brasileña han dado muestras de que la poesía sigue siendo una fuerza poderosa capaz de oponer resistencia a las formas más mercantiles de la lengua y la literatura para proponer desde las entrañas las diversas lenguas que se hablan en América Latina y el Caribe otras formas de concebir el mundo: uno quizás más compasivo y enriquecido.

La poesía es una forma de riqueza extraordinaria que da oportunidad no sólo de imaginar o proponer soluciones descabelladas a los acontecimientos que nos aquejan como sociedad; sino que realmente favorece diálogos variados que resuenan en poemas, columnas, libros, foros y espacios académicos que vigorizan el pensamiento y el arte contemporáneos. Los encuentros durante las veladas poéticas de Latinale son una valiente forma de desafiar las fronteras que imponen los estados para tratar desde la pluralidad y la diversidad de voces temas que merecen ser discutidos y puestos en la mesa como los colonialismos, la intolerancia, el terror o la sistemática pauperización de la cultura a nivel mundial para encontrar o tantear respuestas a esos problemas comunes en medio del goce y el disfrute que propician las veladas donde los poemas son los protagonistas.

Latinale cumple 15 años y ha sido un verdadero honor para mí haber sido invitada en varias ocasiones, la primera en 2011, para compartir poemas y charlas con colegas que el tiempo ha convertido en amigos entrañables como la maravillosa traductora Johanna Schwering; los entrañables y admirados Diana Grothues, Romy Brühwwiler, Enno Stahl, Monika Rinck, Swantje Lichtenstein, Ernesto Suárez, Luis Chaves, mis paisanos Nadia Escalante, Minerva Reynosa, Benjamín Moreno, Judith Santoprieto, Amaranta Caballero, Omar Pimienta, Hernán Bravo, Luis Felipe Fabre, Alejandro Albarrán, Paula Abramo y el extrañado Luis Alberto Arellano; los queridos Mara Pastor, Enrique Winter, Viggo Mortensen, Mayra Santos -Febres y tantas y tantos colegas admirados y queridos que como aves parloteras han pasado a compartir su trabajo y a enriquecer los diálogos alrededor de la poesía.

Celebro a Latinale y a sus organizadores Timo Berger con quien esperamos volver a las faldas del Popocatépetl, a Rike con quien pasearemos por el Desierto de los Leones, a las instituciones que lo hacen posible, con un especial cariño al Instituto Cervantes en Berlín, a los poetas que llegan, a los que nos reciben en sus casas, a los que nos visitan, a los que visitamos. Larga vida a Latinale y a todas las maravillas que suscitan en sus alrededores.

Me alegra mucho saber que este año Latinale abrirá sus puertas y ventanas, que las instituciones han hecho el esfuerzo por seguir apoyando al festival, que los países invitados siguen apoyando a sus poetas y sobre todo saber que Latinale.académica ha prosperado aún más con sus novedosas lecturas; y que pese a todo, incluyendo la pandemia, la poesía sigue siendo un espacio de encuentro y baile que no cesa y sigue trasmutando en ventanas, aves, alpistes, gatos, fieras y un generoso caimán que viene y va en medio de fiesta y poesía.

 

Ciudad de México, 19 de agosto de 2021