Lengua: español

El graznido de un pájaro

El graznido de un pájaro ¿forma parte de la realidad o es lo que la pone en duda? No hay mucho que hacer respecto de esto. La organización racional de contenidos es una práctica necesaria para poder acceder al tiempo en que esos mismos contenidos se desorganizan hasta llevar a la angustia o a un leve estado de flotación. Los líderes del mundo también ven el petalaje, el desparramo en la calle, también ven la gramilla caída de unas flores en un baño de invitados, en torno -en forma circular o casi- del florero puesto ahí como un detalle más de un mundo para ver. También oyen los graznidos y a veces se detienen para escuchar mejor o mirar fijo a ver si es que descifran cuál es el ave que los emite. No el ave: el nombre en latín. Porque estudian la fauna voladora.  

 

Las flores ondulan en el jardín de la película con colores encendidos, saturados, un poco fuera de foco, por un tiempo mayor que el esperado, y evocan lo más hondo. Es así: un lenguaje simple y omnívoro, donde las cosas pueden multiplicar su capacidad de representación, como en el mito de la música o casi. ¿En qué piensa la mujer que riega las plantas en su jardín? ¿Piensa en otra cosa, mientras corta una, la limpia cuidadosamente con su tijera de podar? Hay tenis, comidas y blogs en su córtex, y apellidos y hay, incluso, si no hablara, si no tuviera nombre para nosotros, la cálida impresión de una luz en su piel ocre, fatigada por el sol, donde el ocio repetido dejó marca como un mar pegándole a una roca hasta lograr la erosión, y quedándose al lado para que se entienda el origen. Volviendo a la mejilla, la mujer pisa los sesenta años, es un cuero suave pero ya tramado de algunos filamentos o costuras, mínimas. Fue una mujer relativamente bella en otro momento, como se dice, “podemos suponer” que fue una mujer bella, pero es algo más que una suposición: la estamos viendo. Cultiva flores diversas, con asesoramiento vario y un cuidado rayano en la provocación. Y se admira exagerada cuando descubre algo silvestre, como si viera en una misma imagen a un chico de la calle y la expresión cabal de todo lo estudiado en la iglesia. Todo esto, en lapsos de tiempo, en bloques ordenados o extendidos por capricho y potestad, pero siempre fatalmente escindidos entre sí. ¿Quién decidió la pintura del cuarto que habitamos? Como con las obras de arte, “graznidos”, “gramilla”, “petalaje”, “floración”: difícil decir qué es primero, si interrumpen el continuo o son el producto refinado que lo genera, ése que vemos por la ventana de una casa común en un barrio común, sin mayor encanto, reflejado en otra ventana de otra casa más allá, también sin más señas particulares, construida en los años cuarenta. ¿O hace cuarenta años?  

 

(inédito)  

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