Fuente de la lengua: español
Traducciones: alemán

Ezeiza

 

Mi primo ya no es un gigante

en el crepúsculo de esta terraza

donde estamos sentados.

Dos casas más allá,

con broches en los labios

y pañuelo azul en la cabeza

una mujer cuelga la ropa.

 

Desde que se fue el libretista

el color whisky del pelo de mi primo

empezó a clarear

y en alguna feria americana

los jóvenes modernos

deben estar probándose

su vieja melena, sus pantalones oxford,

los suecos que yo a veces le robaba

para mirarme en el espejo...

 

Príncipes violentos de los setenta

¿Qué podemos hacer por ustedes?

No se convirtieron en políticos

ni se exiliaron, ni están

con dos enes en el pecho debajo de la tierra...

 

Ustedes,

que se colgaron de los árboles de Gaspar Campos

y fueron a esperar al Duce a Ezeiza,

tuvieron que soportar

que el viejo no les trajera la revolución

sino la peste.

 

“Pero no éramos -dice mi primo-

estetas de la muerte o fanáticos del dolor.

Simplemente buscábamos Tao...”

 

A la gente le gusta pensar

que la vida cambia. Y muchos viven pendientes

de cosas que no le van a suceder nunca.

Ahí está la vereda cubierta de arroz

del Registro Civil; el libro donde dice:

“Antes vine como el Cordero,

ahora he vuelto como el León”.

Relatos, fábulas para un pueblo construído

de agua y de fe.

                           La silla de mi primo está vacía.

El viento agita los árboles en la calle.

Es cierto. Todo terminó más rápido

que un día de franco.

Después pasó el tiempo,

viajamos con las tribus del norte hacia el sur.

Algunos se reprodujeron.

Otros aprendimos que el miedo

es la distancia que existe

entre el dolor y la nada.

Yo crecí y me convertí en el líder.

En cuanto al Guerrero del camino,

nunca más lo volví a ver.

Ahora él vive

sólo

en mi memoria.

 

Ezeiza

 

In der Dämmerung dieser Terrasse, auf der wir sitzen,

erscheint mir mein Cousin

nun nicht mehr als Riese.
Zwei Häuser weiter,
Klammern im Mund
und ein blaues Tuch um den Kopf,
hängt eine Frau Wäsche auf.

Nachdem der Librettist gegangen war,
wurde das whiskyfarbene Haar meines Cousins
grau
und auf irgendeinem Flohmarkt
probiert die Jugend von heute
gerade seine frühere Mähne aus,
seine Schlaghosen, die Plateauschuhe,
die ich ihm manchmal klaute,
um mich damit im Spiegel zu betrachten ...

Gewalttätige Prinzen der Siebziger:
Was können wir für Euch tun?
Ihr seid weder Politiker geworden,
noch habt ihr euch ins Exil abgesetzt oder liegt
mit zwei N auf der Brust unter der Erde ...

Ihr,

die ihr im Garten von Gaspar Campos in den Bäumen hingt

und in Ezeiza auf den Duce gewartet habt,
musstet erleben

dass euch der Alte statt der Revolution

die Pest gebracht hat.


„Aber wir waren doch keine“, sagt mein Cousin,

Ästheten des Todes noch Fanatiker des Schmerzes.
Wir suchten einfach nur das Tao ...“

Die Leute denken gerne,

dass sich das Leben ändert, und leben abhängig

von Dingen, die niemals geschehen werden.

Dort der von Reis bedeckte Gehsteig

vor dem Standesamt; hier das Buch, in dem steht:

„Einst kam ich als Lamm,

jetzt kehre ich zurück als Löwe.“

Erzählungen, Fabeln für ein Volk,

aus Wasser und Glaube.

                                               Der Stuhl meines Cousins ist leer.

Der Wind schüttelt die Bäume auf der Straße.

Das ist sicher. Alles ging rascher vorbei
als ein Urlaubstag.

Und dann verstrich die Zeit,
wir reisten mit den Völkern des Nordens gen Süden.
Einige vermehrten sich.
Wir anderen lernten, dass Angst

die Entfernung

zwischen dem Schmerz und dem Nichts darstellt.

Ich wuchs auf und wurde zu einem Anführer.
Was meinen Kampfgefährten anbelangt,
ich sah ihn nie wieder.
Er lebt nur

noch
in meiner Erinnerung fort.

 

traducido por: Timo Berger
Fuente de la lengua: español
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