Lengua: español

Llanto

María,  

hablo de las montañas en que la vida crece lenta 

aquellas que no existen en mi puerto de luz, 

donde todo es desierto y ceniza  

 y es tu sonrisa gesto deslucido.  

 

Allí es Enero el mes de los muertos insepultos 

y la tierra es el primer cadáver. 

María,  

¿No recuerdas?,  

¿No ves nada? 

Allí nuestras voces son desecas  

como nuestra piel 

y se nos queman los talones  

por no querer saber  

de las casas incendiadas. 

  

Hablo María  

de esta tierra que es la sed que vivo  

y el lecho en que la vida está enterrada. 

 

Piensa niña,  

en que esto no es vivir 

y la vida es cualquier otra cosa que existe 

húmeda en los puertos donde el agua sí florece, 

y no es hoguera cada piedra. 

 

Acuérdate, María,  

que somos  

pasto de perros y de aves,  

hombres calcinados,  

cortezas vacías  

de lo que éramos antes. 

¿De qué estás hecha?, niña mía, 

por qué crees que puedes coserle la grieta al paisaje 

con el hilo de tu voz, 

cuando esta tierra es una herida que sangra  

en ti y en mí 

y en todas las cosas 

hechas de ceniza.  

En nuestra tierra, 

los cuervos lo miran a uno con tus ojos  

y las flores se marchitan  

por odio hacia nosotros  

y la tierra abre agujeros  

para obligarnos a morir. 

Lengua: español