[te colgabas de las ramas]
te colgabas de las ramas,
los caños de la plaza, una cuerda
o cualquier cosa para ser escalada.
lo que todos llaman tobogán era
una pendiente. y ahí, en la noche
sacudir el pelo, dejar
que la sangre subiera a la cabeza para ver
luces de colores con los ojos cerrados
y otras blancas al abrirlos despacio
mientras el contorno del parque se dibuja
con el brillo intermitente de las luciérnagas.
De La casa de la abeja, Buenos Aires, Gog y Magog Ediciones, mayo de 2007.