Und dann fing ich noch einmal mit der Zeile an
& dann fing ich noch einmal mit der Zeile an,
Auf einmal, da war ich, an dieser Stelle,
in meinem Leben.
(Rolf Dieter Brinkmann)
Auf einmal, da war ich, an dieser
Stelle, aus meinem Leben
heraus, an dieser Stelle war
wenn man genau hinsah, nichts
Nennenswertes, kein Nennwert, kein
Ding, kein Name für das Ding. Hätte ich
geklopft, man hätte mich vielleicht
hereingelassen. Ich brauche dieses blasse
Licht im März, sage ich, ich brauche es
am Samstagnachmittag das Klirren
der Glascontainer zu hören und dabei
zu denken, dass ich an nichts denke
ich brauche es, dass ein Schuh nur
ein Schuh ist, ein Kühlschrank ein
Kühlschrank und der Wecker da draußen
der jeden Tag um die gleiche Zeit piept
nur ein Wecker da draußen, der jeden Tag
um die gleiche Zeit piept. Diese neue
Zeile, die ich beginne, endet vielleicht
nie, oder bleibt, so wie ein
Hund hinausliefe, nur
weil die Tür offen steht.
Y entonces empiezo una vez más con la línea
& entonces empiezo una vez más con la línea
de repente estuve ahí, en ese lugar,
en mi vida.
ROLF DIETER BRINKMANN
De repente estuve ahí, en ese
lugar, fuera de mi
vida, en ese lugar no había,
si se mira con precisión, nada
significante, ningún valor nominal, ninguna
cosa, ningún nombre para la cosa. Si hubiera
golpeado, tal vez
me hubieran dejado entrar. Me falta esa luz
descolorida de marzo, quiero decir: me hace falta
escuchar el sábado al mediodía el sonido
de los vidrios en el container y por eso
pensar que no pienso en nada,
necesito pensar que un zapato es nada más que
un zapato; una heladera,
una heladera y el despertador ahí afuera
que cada día pía a la misma hora,
nada más que un despertador ahí afuera que cada día
pía a la misma hora. Esta línea
nueva que yo empiezo tal vez no
termina, o permanece, así
como un perro saldría corriendo, sólo
porque la puerta está abierta.