XLIII.
Sieben Zwerge und eine Onanistenfrage,
vor dem Spiegel liegt hingeworfen
der Tropfen der Philosophie
ahmt nach das Durcheinander
der Zeitenkrümmung,
stürzt ans Fenster,
rüttelt alle wach
im Nest liegt in der Wärme
einer Eischale das Infernalische.
Es bäckt in der heidnischen Leere
weiche Emotionen, Nieren,
und die dialytischen Bluter
fällen Urteile aus schlüssigen Rezepturen,
legen sie ab im Gehirn,
verammen die kleinen Zahlenreihen
mit Muttergrößen,
es wachsen daraus neue Gebildbrote
mit Weißwasser und Bethelnuß,
gereichen sie zu einem Henkersmahl
der allerletzten Dinge.
XLIII.
Siete enanitos y un asunto de onanistas
delante del espejo está tirada
la gota de la filosofía
imita el embrollo
de la curvatura de los tiempos,
se arroja a la ventana,
sacude a todos, los despierta,
en el nido yace, en la calidez
de una cáscara de huevo, lo infernal.
En el vacío pagano se hornean
emociones blandas, riñones,
y los hemofílicos dialíticos
dictan sentencias a partir de recetas concluyentes
y las depositan en el cerebro,
anodrizan las pequeñas series numéricas
con tamaños de matrices,
de ellas nacen nuevos hombrecitos de pan
con aguas blancas y nuez de areca
los brindan en una colación final
de realidades últimas.